Una mañana, después de muchas semanas de meditación y análisis, tuve un insight sobre mi desenfoque que me ha invitado a escribir este artículo.
Mientras me lavaba la cara, mirando al sol que entraba por la ventana, me sentí afortunado. Me invadía una sensación de gratitud, de amabilidad hacia mí mismo y de certeza de nuevas y prósperas sincronías.
¡Y cómo no hacerlo! En medio de toda esta tempestad había tenido la oportunidad de repriorizar mi agenda, de poner en primer plano la salud, las personas y de vivir con inesperada intensidad las acciones más cotidianas.
Y justo después recibí una muy buena noticia. Ya la esperaba, pero me sirvió como confirmación de que la visión posibilista y absurdamente optimista puede ser también realista y por eso me he dedicado unos minutos a compartirla 😉
La pregunta poderosa es ¿dónde estás poniendo el foco ahora?
Mi conclusión es que la causa más habitual del desenfoque es prestar demasiada atención a los fallos que hemos cometido.
Además, solemos hacerlo obsesionándonos con ideas preconcebidas de cómo deberíamos haber actuado, en lugar de aprovechar el error para aprender, limpiar y avanzar.
Eso nos lleva a un estado de ruido mental, donde el caos se apodera de nosotros y no nos permite encontrar nuestro nuevo camino. Nos dejamos llevar más por las opiniones y consejos que no hemos pedido que por la verdadera voz de nuestro ser.
Fallos, Obsesión, Caos y Opiniones… ¿No parecen muy buenos compañeros de viaje, verdad?
Por suerte tenemos otra opción mucho más interesante.
Una buena forma de avanzar y volver a enfocarse empieza poniendo énfasis en tus Fortalezas. Fíjate en las áreas que mejor te funcionan y saca más partido a lo que ya haces bien. En otras palabras,pon a jugar a tus talentos naturales.
¿Tienes gran capacidad para fijarte en los detalles? ¿Se te da bien hablar en público? ¿No hay nadie que negocie mejor que tú?
Bien, esto no ha hecho más que empezar. Ahora empieza a imaginar cómo eso que a tí te parece tan fácil a otra persona le podrá ser muy útil.
Si estás abierto a compartir y dispuesto a probar, esa disposición te traerá nuevas Oportunidades. En ocasiones, por supuesto, vendrán acompañadas de retos y decisiones dificiles, pero ¿no son parte del camino del aprendizaje?
Recórrelo siendo consciente de tus verdaderas prioridades y valores, escuchando a tu entorno y sus necesidades y encontrarás las verdaderas ocasiones de prosperar y sostener tu propósito.
Ya ves, podemos hacer ecuaciones muy distintas con las mismas iniciales de la palabra F O C O.
Yo hoy decido quedarme con la segunda: Fortalezas, Oportunidades, Consciencia y Ocasiones.
¿Con cuál te quedas tú?